Pascua Guadalupana

ANTES DE DESPEDIRNOS...

Espero que la Pascua Guadalupana haya sido una verdadera experiencia de fe, de amor compartido, de unificación y consuelo. Ahora queda pendiente de parte de todos, la fidelidad, el seguir caminando juntos, orientados por la Gran Estrella que nos acercará más a Jesús y a un compromiso más concreto para vivir la alianza que Dios nos sigue ofreciendo.

Espero que todos vivamos lo que nos dice san Pedro: «Ustedes son un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas Del que los llamó a salir de las tinieblas y a entrar en Su luz maravillosa». (i pe. 2,9). Llevemos a todos esta nueva luz y las noticias bellas y buenas de que Dios sigue haciendo hazañas entre nosotros.

Una palabra especial para todas las mujeres, hermanas queridas, que son las que de seguro usarán más esta Pascua. Que María, modelo de femineidad, de maternidad y de tantas cosas, sea su Estrella máxima, Ella que sí sabe amar y servir. Me parece bello el párrafo siguiente que escribe el Papa sobre María en su Carta a las mujeres del 29 de junio de 1995 y que puede ser luminoso para la vocación de ustedes: 


«La Iglesia ve en María la máxima expresión del «genio femenino» y encuentra en Ella una fuente de continua inspiración. María se ha autodefinido: «esclava del señor» (Lc. 1,38). Por su obediencia a la palabra de Dios Ella ha acogido su vocación privilegiada, nada fácil, de esposa y de Madre en la familia de Nazaret. Poniéndole al servicio de Dios, ha estado también al servicio de los hombres: un servicio de amor. Precisamente este servicio le ha permitido realzar en su vida la experiencia de un misterioso, pero auténtico areinar», No es por casualidad que se la invoca como «Reina del cielo y de la tierra». Con este título la invoca toda la comunidad de los creyentes, la invocan como «Reina» muchos pueblos y naciones. su «reinar» es servir su servicio es «reinar»! …El «reinar» materno de María consiste en entregársenos, servirnos. 

Siendo, con todo su ser, un don para el Hijo, es un don también para los hijos e hijas de todo el género humano, suscitando profunda confianza en quien se dirige a Ella para ser guiado por los difíciles caminos de la vida al propio y definitivo destino trascendente. A esta meta final llega cada uno a través de las etapas de la propia vocación, una meta que orienta el compromiso en el tiempo tanto del hombre como de la mujer». ( Carta a las mujeres # 10)

Que sean ustedes, como Ella, verdaderas reinas en el amar, servir y vivir para que sean verdaderas hijas de María.
Antes de terminar estas palabras de aliento y compromiso quiero ofrecerles para reflexionar los siguientes párrafos pues por la gracia de Dios hemos vivido últimamente grandes signos de su predilección por nosotros por la alianza que ha hecho con nosotros, junto con nuestros hermanos de América, para que seamos el Continente de la esperanza. Esto lo ha remarcado mucho el Papa Juan Pablo ll quien en su cuarta visita proclamó a Santa María de Guadalupe, Reina y Madre de este Continente y de la Nueva Evangelización.

 Esto nos compromete a ser hijos fieles de Ella. Con Ella peregrinamos hacia nuevas dimensiones insospechadas de comunión universal, del triunfo de su amor y del de su Hijo sobre todas las adversidades que hemos tenido. Como Madre amorosísima nos seguirá encaminando con Jesús, al Padre. Tenemos en quien confiar, porque Ella nos ha unido y evangelizado.  

Tengamos muy en cuenta lo que los obispos de América y el Papa nos dicen de Ella en el Documento «La Iglesia en América» que el Papa nos entregó en la Basílica de Guadalupe el 23 de enero de 1999: 


«Al inicio de la vida pública, en las bodas de Caná, cuando el Hijo de Dios realizó el primero de sus signos, suscitando la fe de sus discípulos (Jn 2,11 es María la que interviene y orienta a los servidores hacia su Hijo con estas palabras: «hagan lo que el les diga» (Jn 2,5)… Por eso María es un camino seguro para encontrar a Cristo. La piedad hacia la Madre del Señor, cuando es auténtica, anima siempre a orientar la propia vida según el espíritu y los valores del Evangelio… ¿Cómo no poner de relieve el papel que la Virgen tiene respecto a la Iglesia, peregrina en América, en el camino al encuentro con el Señor? En efecto, la Santísima Virgen, de manera especial, está ligada al nacimiento de la Iglesia en la historia de América… En todas partes del Continente la presencia de la Madre de Dios ha sido muy intensa desde los días de la primera evangelización… Desde los orígenes —en su advocación de Guadalupe- María constituyó el Gran Signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercanía del Padre y de Cristo, con quienes Ella nos invita a entrar en comunión. La aparición de María al indio Juan Diego en la colina del Tepeyac, el año de 1531, tuvo una repercusión decisiva para la evangelización, Este influjo va más allá de los confines de la nación mexicana y alcanza a todo el Continente…

Y América, que históricamente ha sido y es crisol de pueblos, ha reconocido «en el rostro mestizo de la Virgen del Tepeyac,(…) en Santa María de Guadaluun gran ejemplo de evangelización perfectamente inculturada». Por eso, no sólo en el centro y en el sur, sino también en el norte del Continente, la Virgen de Guadalupe es venerada como Reina de toda América.

Abrigo en mi corazón la firme esperanza de que Ella, a cuya intercesión se debe el fortalecimiento de la fe de los primeros discípulos, guíe con su intercesión maternal a la Iglesia en este Continente, y le alcance la efusión del Espíritu Santo como en la Iglesia naciente para que la Nueva Evangelización produzca un espléndido florecimiento de vida cristiana. « (La iglesia en América # 11) 


Al concluir este libro quiero pedirle a Nuestra Madre Amorosa y Madre del Señor Jesús, nuestro Camino, Verdad y Vida, lo mismo que le pidieron los presidentes delegados de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano al finalizar su mensaje: 

«A Nuestra Señora de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización, confiamos nuestros trabajos. Ella ha caminado con nuestros pueblos desde el primer anuncio de Cristo. A Ella le suplicamos hoy que llene de ardor nuestros corazones para proclamar con nuevos métodos y nuevas expresiones que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre» (Hebreos 13, 8). (Mensaje de la Conferencia… #48).
Llenos de ardor, de amor, de vida, con María, Estrella nuestra, sigamos construyendo la Civilización del amor mientras seguimos preparando la segunda venida del Señor y llegamos a la Pascua eterna  Con un saludo cariñoso, mi amistad y oración.
Joaquín Gallo Reynoso, S.J. 


«Contaré tu fama a mis hermanos; en medio de la asamblea te alabaré» (Salmo 22(21) 23)