Pascua Guadalupana

PALABRAS Y ORACIÓN DEL PAPA JUAN PABLO LL EN LA CANONIZACIÓN DE JUAN DIEGO 31 - JULIO - 2002

«Guadalupe y Juan Diego tienen un hondo sentido eclesial y misionero y son un modelo de evangelización perfectamente inculturada. 

«Desde el cielo el Señor, atentamente, mira a todos los hombres» (Sal 32, 1 3), hemos recitado con el salmista, confesando una vez más nuestra fe en Dios, que no repara en distinciones de raza o de cultura. Juan Diego, al acoger el mensaje cristiano sin renunciar a su identidad indígena, descubrió la profunda verdad de la nueva humanidad, en la que todos están llamados a ser hijos de Dios en Cristo. Así facilitó el encuentro fecundo de dos mundos y se convirtió en protagonista de la nueva identidad mexicana, íntimamente unida a la Virgen de Guadalupe, cuyo rostro mestizo expresa su maternidad espiritual que abraza a todos los  mexicanos. 

Por ello, el testimonio de su vida debe seguir impulsando la construcción de la nación mexicana, promover la fraternidad entre todos sus hijos y favorecer cada vez más la reconciliación de México con sus orígenes, sus valores y tradiciones. Esta noble tarea de edificar un México mejor, más justo y solidario, requiere la colaboración de todos. En particular es necesario apoyar hoy a los indígenas en sus legítimas aspiraciones, respetando y defendiendo los auténticos valores  de cada grupo étinico. ¡México necesita a sus indígenas y los indígenas necesitan a México!

En este momento decisivo de la historia de México, cruzado ya el umbral del Nuevo Milenio, encomiendo a la valiosa intercesión de San Juan Diego los gozos y esperanzas, los temores y angustias del querido pueblo mexicano, que llevo tan adentro de mi corazón. ¡Bendito Juan Diego, indio bueno y cristiano, a quien el pueblo sencillo ha tenido siempre por varón santo! Te pedimos que acompañes a la Iglesia que peregrina en México, para que cada día sea más evangelizadora y misionera, Alienta a los Obispos, sostén a los sacerdotes, suscita nuevas y santas vocaciones, ayuda a todos los que entregan su vida a la causa de Cristo y a la extensión de su Reino.

Pichoso Juan Diego, hombre fiel y verdadero! Te encomendamos a nuestros hermanos y hermanas laicos, para que, sintiéndose llamados a la santidad, impregnen todos los ámbitos de la vida social con el espíritu evangélico. Bendice a las familias, fortalece a los esposos en su matrimonio, apoya los desvelos de los padres por educar cristianamente a sus hijos. Mira propicio el dolor de los que  sufren en su cuerpo o en su espíritu, de cuantos padecen pobreza, soledad, marginación o ignorancia. Que todos, gobernantes y súbditos, actúen siempre según las exigencias de la justicia y el respeto de la dignidad de cada hombre, para que así se consolide la paz.

¡Amado Juan Diego, «el Águila que habla»!, enséñanos el camino que lleva a la Virgen Morena del Tepeyac, para que Ella nos reciba en lo íntimo de Su corazón, pues Ella es la Madre Amorosa y Compasiva que nos guía hasta el Verdadero Dios. Amén.»

Reina de la nación,  México te proclama,  Lazo de nuestra unión,  Vida de nuestra Patria. (bis) ¡Que viva la Virgen, la Guadalupana que ha demostrado que tanto nos ama!

¡Que viva la Virgen, Nuestra Madre Amada, la Reina del Cielo, la Guadalupana! 

Reina de la nación… Ella fue enviada por Dios, el Amor, que hizo la alianza con nuestra nación;  y por estos siglos, Ella nos ha dado la Fuerza, la Gracia de su Hijo amado.

¡Que viva la Virgen, nuestra Madre Amada, la Reina del cielo, la Guadalupana! Reina de la nación…  Al indio Juan Diego se mostró amorosa, lo mandó al Obispo y le dio las rosas; con esas señales nos hizo su pueblo y todos nosotros nos unimos luego.

¡Que viva la Virgen, Nuestra Madre Amada, la Reina del cielo, la Guadalupana!  Reina de la nación… Ella en nuestra historia, ha estado presente, pues a nuestras razas unió para siempre.

Nos dio su imagen, habló nuestra lengua, hizo de nosotros, una raza nueva.

¡Que viva la Virgen, Nuestra Madre Amada, la Reina del cielo, la Guadalupana! Reina de la nación…  Ella es nuestra cuna, cariño y clemencia, y guió nuestros pasos en la Independencia.

Nos dio la cultura, libertad y tierra, es la Forjadora de esta Patria nuestra.

¡Que viva la Virgen, Nuestra Madre Amada, la Reina del cielo, la Guadalupana! Reina de la nación.. En el Tepeyac nos une y congrega, su casa es de todos y Ella nos entrega a Cristo, su Hijo, que da vida nueva, Ideal de los hombres y Esperanza nuestra.

iQue viva la Virgen, Nuestra Madre Amada, la Reina del cielo, la Guadalupana! Reina de la nación… Nosotros, sus hijos, vivimos alegres pues está cerquita y nos fortalece; nos da su consuelo, nos tiene en sus manos y a todos nosotros nos hace hermanos.

¡Que viva la Virgen, Nuestra Madre Amada, la Reina del cielo, la Guadalupana! Reina de la nación… A servir a todos Ella nos enseña, pues viene a nosotros como gente nuestra; nos da el Evangelio del Dios del amor, nos entrega a Cristo, Nuestro Salvador.

¡Que viva la Virgen, Nuestra Madre Amada, la Reina del cielo, la Guadalupana! Reina de la nación… Ella, como Madre, nos pide unidad, quiere que vivamos en fraternidad; que juntos logremos cultura y vivienda, amor y justicia, pan y vida nueva.

¡Que viva la Virgen, Nuestra Madre Amada, la Reina del cielo, la Guadalupana! Reina de la nación… ¡Que viva la Virgen, la Guadalupana, que ha demostrado que tanto nos ama!

iQue viva la Virgen, Nuestra Madre Amada, la Reina del cielo, la Guadalupana!